Fisioterapia y emociones: ¿por qué tu cuerpo grita lo que callas?

 



Fisioterapia y emociones: ¿por qué tu cuerpo grita lo que callas?

Te voy a ser honesta.

Hubo una etapa en la que no podía girar el cuello sin sentir un tirón. Me dolía la espalda constantemente, me levantaba con tensión en el pecho y la mandíbula apretada como si hubiese estado peleando toda la noche en sueños.

Y no, no era que estaba entrenando más de la cuenta.
Ni dormía mal.
Ni tenía ninguna “lesión física” como tal.

Simplemente, estaba guardando demasiadas emociones sin darme permiso para sentirlas.


Cuando el cuerpo habla más fuerte que la mente

Una fisio que adoro (y que me ayudó a volver a habitar mi cuerpo) me lo dijo clarito:

“Lo que no expresas emocionalmente, el cuerpo lo convierte en tensión.”

Y ahí me cayó la ficha.
Claro que estaba contracturada, ¡si no estaba respirando bien ni llorando cuando lo necesitaba!

Empecé a entender que la fisioterapia no solo libera músculos.
También libera emociones atrapadas.


No solo es físico: es personal

En mi proceso descubrí que muchas personas sienten lo mismo:

  • Dolor en el cuello cuando están cargando responsabilidades que no se atreven a soltar.

  • Tensión en el pecho cuando se callan lo que sienten por miedo a incomodar.

  • Molestias en la zona lumbar cuando sienten que no tienen apoyo.

Y no es casualidad. El cuerpo tiene memoria. El cuerpo guarda. Y cuando no nos damos espacio para procesar, él lo hace por nosotros... en forma de síntomas.


¿Cómo me ayudó la fisio?

Empecé a ir sin expectativas. Solo quería “sentirme un poco mejor”.
Pero salía de cada sesión no solo más liviana en lo físico, sino también más en paz emocionalmente.

A veces era un masaje, otras veces movimientos suaves, o ejercicios de respiración guiada. Pero lo más importante fue el espacio seguro donde pude soltar sin juicios.

Aprendí a respirar distinto. A reconocer dónde estaba acumulando rabia, miedo o agotamiento. Y empecé a escuchar mi cuerpo no como un enemigo, sino como un mensajero.

Hoy, antes de que algo me duela fuerte, ya lo noto en pequeños gestos:
cómo me siento al despertar, cómo camino, cómo respiro.
Y si lo necesito, pido ayuda. A veces incluso reservo una cita online de fisioterapia, porque no siempre necesito estar en consulta para recibir guía.


Tu cuerpo no te está castigando: está pidiendo que lo escuches

Esto no va solo de “hacer estiramientos” o “corregir la postura”.
Va de entender que el dolor también puede ser una conversación pendiente contigo misma.

Si sientes que hay algo que no estás diciendo, algo que te pesa más de lo que admites… tal vez tu cuerpo ya lo está expresando.

Y la fisioterapia emocional no te va a juzgar por eso. Te va a ayudar a soltarlo. Con manos, con palabras, con presencia.


Así que si hoy te duele “sin razón aparente”, no lo ignores.

No es debilidad. Es sensibilidad.
Y eso también se cuida.
Compartir en facebook twitter Google tumblr pinterest

Entradas similares

0 Comentarios